Historia del Ajedrez
El ajedrez es una competición intelectual entre dos jugadores y es un juego muy lógico donde la suerte juega poco. El ganador es la persona que resuelve los rompecabezas en el tablero de ajedrez mejor que su oponente.
La versión más aceptada de su origen es que el ajedrez fue inventado probablemente en la India, con el nombre de chaturanga y desde allí se extendió a China, Rusia, Persia y Europa, donde se estableció la normativa vigente. Sin embargo, investigaciones recientes indican un posible origen chino, en la región entre Uzbekistán y la antigua Persia, que se podría remontar hasta el siglo III a. C.
¿Quién inventó el Ajedrez?
El ajedrez, como se ha señalado, ha cambiado, pero en su atuendo, en sus formas solamente, de ninguna manera en su esencia, en su idea. Eso ha permanecido sin cambios a lo largo de los muchos siglos de su vida. Descubrir esta idea, por lo tanto, no es difícil: en todo momento el Ajedrez ha tenido la voluntad, la intención, el significado de imaginar una guerra entre dos partes: una guerra de extinción, conducida de acuerdo a reglas, leyes, de una manera culta, pero sin clemencia. Esto se hace evidente en las reglas del juego casi a primera vista.
La gente cree que el Ajedrez se originó en la India en el siglo IV o V, pero nadie sabe realmente quién lo inventó.
Fábula origen del ajedrez
Hace mucho tiempo, en uno de los reinos de la antigua India, en lo que hoy sería Pakistán o Afganistán, vivía un desdichado rey. Este rey, rico y poderoso, había perdido toda su felicidad al perder un hijo en la guerra. Sus más cercanos consejeros y ministros se esforzaban por animarlo: invitaban a cantantes, músicos o bailarines para que trataran de distraerlo y que con ello el rey volviera a ocuparse de su reino. Sin embargo, él no podía dejar de pensar que la victoria en la guerra había significado la pérdida de su hijo.
Sissa, un sabio, decidió crear un juego que consiguiera devolverle parte de su alegría al rey. Creó un hermoso tablero de madera, con 64 casillas y 32 figuritas también de madera. Tras explicarle a su rey que era un juego de guerra en el que participaban dos personas, y explicarle sus reglas, se pusieron a jugar. Emocionado por el juego que acababa de descubrir, el rey jugó durante horas y días y semanas contra todos sus ministros, consejeros y todo aquel dispuesto a retarle. Agradecido de que por fin alguien hubiera conseguido distraerlo, le ofreció a Sissa cualquier cosa que este quisiera. Tras mucho insistir, puesto que Sissa se negaba a aceptar sus regalos, el sabio aceptó y le pidió a cambio de su juego lo siguiente:
“Quiero un grano de trigo en la primera casilla del juego, y 2 en la segunda, y 4 en la tercera y así sucesivamente…”
El rey, extrañado porque alguien con tanta sabiduría, capaz de crear un juego como aquel, le pidiera tan poco, ordenó a sus ayudantes que calcularan el número total de granos de trigo y se los dieran a Sissa. Tras unas horas calculando, los ayudantes se acercaron y le comunicaron al rey “Su majestad, no hay en el reino cantidad suficiente de trigo para pagar la deuda con el sabio Sissa…” La cantidad de granos de trigo equivalía a:
= 18 446 744 073 709 551 615 granos de trigo
El rey quedó boquiabierto, ¡jamás podría haber imaginado que lo que el sabio le pedía era imposible de pagar incluso con sus enormes riquezas! No obstante, satisfecho por haber conseguido que el rey volviera a estar feliz y por la lección matemática que le había dado al reino, Sissa renunció al presente.
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